jueves, 7 de junio de 2007

Juliana, Martha, Lucrecia y Susanita


Llegaban temerosos, con la cabeza gacha y hablando en voz baja, pero después de los hallazgos empezaron a recordar: “El Personero siempre nos dijo que si queríamos vivir no denunciáramos”. En esas apareció una mujer llamada Nancy Galárraga, y de su mano su sobrina de seis años. Suspiró más de una vez, al final tomó fuerzas, y así explicó su caso: “Fue el 1º de enero de 2000. Con mis hermanas fuimos citadas a ‘La Marranera’ por el comandante Asprilla. Y el hombre me dijo que no me preocupara, que regresara y que las muchachas volvían más tarde. Nunca lo hicieron”.
Desde ese primero de enero sigue esperando a Juliana, de 23 años; a Martha y Lucrecia, mellizas de 18, y a Susanita, de 13. Y desde ese día quedaron huérfanos tres niños. Todos en La Dorada recuerdan el caso de las hermanas Galárraga. “Eran muchachas muy alegres, salían los fines de semana a los ríos, a vender comida en los paseos”.
La madre estuvo al borde de la locura porque además de arrebatarle a sus hermanas, los paramilitares le quitaron la casa. Sin embargo, todos los días, durante el tiempo que aquellos se pasearon por el pueblo a la vista de todos, no dejó de preguntarles a los comandantes por la suerte de sus hijas.
El día de las excavaciones, medio pueblo estaba pendiente de las Galárraga.
Relato completo aquí

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