sábado, 30 de junio de 2007

Al otro lado de la ausencia, las palabras que no fueron escuchadas y la que aún sostienen la esperanza

Patricia, mi amor,
mi penélope tejía atardeceres
perseverante desde el alma
con hilos de esperanza y puntadas de dolor
durante eternos años confesionó una manta de colores
tan armoniosa y larga como el arcoiris
amarillas alegrías, anaranjados silencios
verdes soledades, insomnios azulados
fucsias ilusiones, pasiones escarlatas, lágrimas violetas
y hasta grisáceos temores
reflejaba la enorme frazada con la que cada noche cubría el alma de su esposo secuestrado
al otro lado de la ausencia, en la nostálgica intemperie
yo, el Ulises de sus sueños, me abrigaba en sus recuerdos.

viernes, 29 de junio de 2007

El asesinato de los diputados II o el severo caso de la estupidez del gobierno Uribe y la estupidez de la guerrilla FARC.


Fotografías de diputados asesinados, de ellos solo uno sobrevive.
Foto: periódico El tiempo.

Alguien tiene el poder de salvar 11 vidas y no lo hace. Alguien estúpidamente estúpido, tiene el poder de salvar 11 vidas 100, 200 o miles y miles y no lo hace. Esto solo puede entenderse como un síndrome profundo del límite al que puede llegar la estupidez humana. Alguien que puede pasar a la historia como quien salvó miles de vidas, estúpidamente estúpido, ha elegido ser inmortalizado como aquel quien no hizo nada para salvarlas.
La benevolencia que sirve como referente ético para reafirmar el sentido del Estado Social de Derecho en Colombia, inutilmente, se ha desperdiciado nuevamente.
Van y vienen las imágenes de la tragedia anunciada. Primero aparecen los familiares en los medios manifestando su tristeza, indignación y rabia contra los asesinos: las FARC y el gobierno - elegido para proteger la vida de sus ciudadanos, paradójicamente. Después aparece la voz oficial encontrando “los verdaderos culpables” y desaparecen, como por arte de magia, las voces de las víctimas.
La voz oficial del gobierno, se empeña en encontrar los mas mínimos detalles que lo eximan de resposabilidad frente a lo sucedido. Ahora, manifiesta apoyo a los familiares de las víctimas, ahora que ya no se puede hacer nada para devolver la alegría del reencuentro entre madres, padres, hijos /as y esposos/as.
Las voces de las víctimas, después de cinco largos años de frustraciones, saben que son tan resposansables, quienes aprietan el gatillo, como quien cargado de sordera institucional, con una sola palabra, tuvo el poder de salvarlos, y no lo hizo. ¡Y no lo hizo! ¡Y no lo hizo!

Solidaridad con las familias en su dolor y libertad sin condiciones para lo demás rehenes y secuestrados.

Es inadamisible cualquier excusa,

¡Acuerdo humanitario ya!

jueves, 28 de junio de 2007

Diputados del Valle


Juan Carlos Narváez
Jairo Hoyos
Alberto Quintero
Edinson Pérez
Héctor Arizmendi
Javier Giraldo
Ramiro Echeverri
Rufino Varela
Carlos Charry
Carlos Barragán
Nacianceno Orozco




La estupidez de quienes manipulan nuestras vidas a través de las armas, nuevamente ha generado dolor en Colombia. Once diputados de la asamblea del Valle que permanecían como rehenes de la guerrilla, han sido asesinados en Colombia: los resposables: el presidente Alvaro Uribe Velez y la guerrila de las FARC. Durante cinco largos años, los familiares utilizaron todos sus esfuerzos para promover un intercambio humanitario - reconocido dentro del bloque contitucional como mecanismo legal - que facilitara la liberación de las personas que permanecían como rehenes. Sin embargo, la negligencia del gobierno actual y de la guerrilla de las FARC, terminó en lo que todos los familiares temían, el asesinato de sus seres queridos.

"Ambos son responsables. Son absolutamente indignos, en sus manos tenían de devolvernos con vida a nuestros seres queridos y no hicieron lo necesario. Rogamos, suplicamos y volvimos a rogarle al Presidente Uribe pero no nos escuchó, nada lo conmovió. Prefirió seguir con su orgullos y sus estrategias".

"ni el Presidente ni las Farc tienen corazón. No sienten nada, nos tienen el corazón partido, por su intransigencia se perdieron 11 vidas, dejaron a mi sobrina sin su papá. Se nos acabaron las razones para seguir luchando, nos negaron la posibilidad de abrazar de nuevo a nuestros familiares. Uribe y las Farc son unos asesinos".

"Mi madre no se ha enterado de esta tragedia. No sé cómo se lo voy a decir. No es justo después de tanto luchar saber que Uribe nos mató a mi hermano y a sus compañeros. Fue muy intransigente".

"Han sido cinco años de mucho dolor y angustia, que se aumentaba cuando el presidente Uribe ordenaba los operativos. Saber esta situación ha provocado un shock a mis hijas que no aceptan esta información.

Video sobre solicitud de los familiares y secuestrados para realizar el Acuerdo Humanitario

Y que mas escribo?


Cuando dejo de escribir por un largo tiempo, me encuentro - a mi mismo - con el límite y la pregunta que gira en torno a la utilidad de lo que hago con este blog. Me digo que la pregunta sobre la utilidad no tiene mucho sentido, no todo tiene que ser útil. Sino que el sentido está precisamente ahí, en el sentido de lo que escribo. Es decir, en la necesidad profunda del decir y de manifestar lo doloroso que me resulta ver como la muerte y la injusticia gobiernan la vida de miles de niños, niñas,jóvenes, hombres y mujeres en mi país...y en muchos otros lugares del mundo, no se si encuentre mis referentes de manera persistente, también en esas otras realidades. Encuentro en mis archivos decenas de post sin publicar, me intereso mas en publicar y difundir las historias de los otros muertos y muertas. Parece como si tuviera dos blogs paralelos sobre aspectos fundamentales de mi vida, el que se escribo en los archivos de mi computadora y el que se deja devenir en lo efímero de la internet, con extraños visitantes que llegan de manera aleatoria o por accidente. Debo confesar que siento un enorme cansancio al escribir, cada muerte parece una historia repetida una y otra vez y la inevitable percepción de "nada pasa", de impotencia y de culpa por sentir que no pude hacer nada para impedirlo. Quizás, porque de manera ingenua, sienta que pueda ayudar a alguna cosa. La verdad, en el fondo, tengo la certeza de que al único que puedo salvar es a mi propio. Por lo menos salvarme de mi silencio. Y sin embargo, es inevitable estar referenciado en los otros, las otras, que me duelen, como a mi propio.

sábado, 16 de junio de 2007

Justicia en Colombia


Jueces y personas funcionarias en Colombia, generalmente de la rama judicial, se enfrentan constantemente a presiones por parte de grupos armados: militares, paramilitares, guerrillas o delincuencias, para que abandonen los casos, se falle en favor de los criminales y no se ejerza la justicia que las víctimas necesitan.

La Corte determinó que Colombia violó los derechos a la libertad personal, a la integridad personal y a la vida, a las garantías judiciales y a la protección judicial, tanto de las víctimas como de sus familiares, consagrados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Como resultado de estas violaciones, el Tribunal decretó que el Estado debe activar y completar la investigación de la masacre con el fin de juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales. La sentencia de la Corte Interamericana constituye un aporte significativo en la búsqueda de justicia, verdad y reparación de los sobrevivientes y familiares de las víctimas de la masacre de la Rochela.
Este caso se refiere a una masacre cometida, en enero de 1989, en el corregimiento de “La Rochela”, departamento de Santander, en la cual murieron 12 personas y sobrevivieron 3. Las víctimas, todos funcionarios judiciales, estaban investigando, entre otros crímenes, la masacre de los 19 comerciantes, caso que también analizó la Corte Interamericana en julio de 2004. La Corte consideró que la masacre se dio en un contexto de violencia contra funcionarios judiciales, y bajo leyes que permitieron la creación de grupos de autodefensa que posteriormente se convirtieron en paramilitares.
Si bien el Estado colombiano reconoció su responsabilidad en estos hechos y existen testimonios que involucran la participación activa de agentes estatales en los mismos, no se han registrado avances en la investigación y sanción de los responsables de la masacre.

martes, 12 de junio de 2007

Mario Calderón, Elsa Alvarado y Carlos Alvarado




Fotos aquí
El 17 de mayo de 2007 se cumplieron 10 años del asesinato de Mario Calderón, Elsa Alvarado y su padre Carlos Alvarado. Mario y Elsa, pareja, trabajaban como investigadores sociales del CINEP, organización que trabaja en Colombia en defensa de los Derechos Humanos. La impunidad continúa sobre este caso como sobre los casos de un número inmenso de Colombianas y colombianos víctimas del comercio de la muerte y las violencias que consumen el país.

Video 1 aquí
video 2 aquí

lunes, 11 de junio de 2007

Paramilitarismo en Colombia

Documental realizado en el año 2004, que en dos partes, aborda la problemática del paramilitarismo en Colombia.



jueves, 7 de junio de 2007

Juliana, Martha, Lucrecia y Susanita


Llegaban temerosos, con la cabeza gacha y hablando en voz baja, pero después de los hallazgos empezaron a recordar: “El Personero siempre nos dijo que si queríamos vivir no denunciáramos”. En esas apareció una mujer llamada Nancy Galárraga, y de su mano su sobrina de seis años. Suspiró más de una vez, al final tomó fuerzas, y así explicó su caso: “Fue el 1º de enero de 2000. Con mis hermanas fuimos citadas a ‘La Marranera’ por el comandante Asprilla. Y el hombre me dijo que no me preocupara, que regresara y que las muchachas volvían más tarde. Nunca lo hicieron”.
Desde ese primero de enero sigue esperando a Juliana, de 23 años; a Martha y Lucrecia, mellizas de 18, y a Susanita, de 13. Y desde ese día quedaron huérfanos tres niños. Todos en La Dorada recuerdan el caso de las hermanas Galárraga. “Eran muchachas muy alegres, salían los fines de semana a los ríos, a vender comida en los paseos”.
La madre estuvo al borde de la locura porque además de arrebatarle a sus hermanas, los paramilitares le quitaron la casa. Sin embargo, todos los días, durante el tiempo que aquellos se pasearon por el pueblo a la vista de todos, no dejó de preguntarles a los comandantes por la suerte de sus hijas.
El día de las excavaciones, medio pueblo estaba pendiente de las Galárraga.
Relato completo aquí

miércoles, 6 de junio de 2007

Contré l'impunitè dans les comunnautés de paix em Colombia

Video sobre apoyo de ciudadanos Franceses a Comunidades de Paz en Colombia.

martes, 5 de junio de 2007

Aquarela

En una hoja cualquiera yo dibujo un sol amarillo
y con cinco o seis rectas es fácil hacer un castillo
si una pizquita de tinta cae en un padacito azul de papel
en un instante imagino una linda gaviota que vuela en el cielo
va volando
contornando la inmensa curva norte - sur
voy con ella
viajando
pinto un barco a vela que va navegando entre el cielo y el mar en un beso azul

Renunciar a "ser" Colombiano: una carta para Fernando Vallejo o la interminable historia de odios y amores II


Pintura en www.jmkintana.com

Recibí, esta semana, la noticia de que habías decidido renunciar a la nacionalidad colombiana.

Asistí por la prensa al previsible desfile de ingratos que se regocijaban con ello y que pretendían despedirte por la puerta de atrás, pero no sentí verdaderamente tristeza. Y no la sentí porque para mí tú no dejarás nunca de ser colombiano.
Si la nacionalidad fuera, como piensan los burócratas y los estados, unos papeles, unos sellos, unas certificaciones de funcionarios, tal vez sería fácil renunciar a ella, pero en tu caso, afortunadamente, no lo veo posible. La patria está en los huesos de los muertos que amamos, en la luz que cae sobre unos guaduales, en unas piedras, en unas cañadas, en un bolero que suena en una cantina a medianoche, en el modo como se destiló nuestra sangre, en el modo como nos subieron la fiebre unos cuerpos perdidos, en una puerta, en una esquina, en un perro y un pájaro que se volvieron tierra antes que nosotros, en ciertos recuerdos irrenunciables, en ciertos sufrimientos irremediables, en el modo como se imprimió en nosotros la lengua natal, que es, como dice mi amigo Mario Flórez, "no la lengua en que uno aprendió a hablar, sino la lengua en que uno aprendió a callar".
Tu condición de colombiano está demasiado impregnada en tu carne y tu sangre, no es solamente la manera de hablar y de escribir, esa remembranza de ciertas canciones, de ciertos lugares, ese amor desesperado por un mundo que solo te ha sido concedido bajo la especie melancólica de la nostalgia, sino en tu manera de ser. Hasta la decisión de renunciar a la nacionalidad, de impugnar a la mala patria por sus crueldades, sus torpezas, sus extravíos, sus crímenes, sus estulticias y sus mezquindades, todas esas cosas, aunque muchos lo nieguen, son colombianas.
Borges contaba que una vez, recorriendo los parques de Bogotá, le preguntó a su guía, un profesor de la Universidad de los Andes, de quién era una estatua de mármol que había ante ellos, y el profesor le contestó: "No sé, pero ha de ser de algún prócer; porque en este país hay muchos próceres y muy pocos héroes".
Borges quedó sorprendido de ese espíritu crítico e irreverente de los colombianos, y afirmó que era muy difícil que un argentino, por ejemplo, fuera capaz de burlarse así de las solemnidades de su patria. Colombia tiene muchos defectos pero tiene algunas virtudes y una de ellas es su capacidad no solo de criticarse sino de odiarse a sí misma, de desgarrarse entre un amor inmenso y un odio infinito por su destino. A ti te ha tocado ser en nuestro tiempo la encarnación de esa alma escindida: no puedes ser colombiano, moralmente no puedes serlo, pero al mismo tiempo no puedes dejar de serlo, porque no hay nada en ti que sea de otra parte.

Incluso, yo diría que hay muchos escritores colombianos que son mucho menos colombianos que tú. Tú no tienes que esforzarte para lograr que el acento de tu tierra, la manera de organizar las palabras, el vocabulario, los giros verbales, sea para nosotros perfectamente reconocible, en tanto que no siempre la manera de hablar de los mexicanos, o de los argentinos, o de los españoles, te llega al alma. A veces hasta te parece que muchos mexicanos son como extraterrestres, y solo con algunos de ellos logras tener un entendimiento total. En cambio no hay colombiano, por rudimentario que sea, por salvaje, ay, que sea, que no esté conectado contigo a través del tejido del lenguaje, con una minuciosidad abrumadora.
Y tal vez de allí viene el dolor, porque cuando uno se identifica tanto con un mundo, con un país, con una provincia, con unos seres humanos, no puede dejar de percibir todo lo que hay en ellos de inexplicable y de atroz. No es que en México no haya crímenes, es que a ti no te duelen tanto, no te sientes tan comprometido por ellos, no te sientes tan obligado a reaccionar contra ellos, a censurarlos, a maldecirlos; no es que en México la Iglesia no sea también un aparato hábil en contubernios con el poder y en ignorancia supersticiosa y culpable ante dramas terribles de la época como la bomba demográfica o en indiferencia ante el sufrimiento de los animales; no es que los españoles no hayan encarnado un odio criminal durante los años de la guerra civil, no es que los alemanes no hayan sido capaces de matar en cinco años a muchos más seres humanos de los que los colombianos somos capaces de matar en un siglo.
Se trata de algo más perturbador y más conmovedor, se trata de que a ti te duelen más íntimamente el millón de colombianos que han muerto en un siglo en nuestros espantosos conflictos políticos, y a manos de delincuentes y mafiosos, que los cuatrocientos mil chinos que los japoneses mataron en una semana en el desembarco de Nankín, o que el millón de españoles que los españoles mataron en tres años, o que los diez millones de seres humanos que los alemanes mataron en cinco años, o que los cincuenta millones que la tecnología de guerra de las grandes potencias mató de un modo casi industrial en los seis años de la Segunda Guerra Mundial.
No puedes dejar de ser colombiano, Fernando, porque en el mejor de los sentidos posibles tú bien podrías ser el más colombiano de todos: defendiendo esta tierra contra los ladrones de tierras, sean guerrilleros o paramilitares o terratenientes, defendiendo la lengua contra la ignorancia y contra la torpeza, defendiendo la vida contra los asesinos, defendiendo la vehemencia y la pasión contra la estulticia y la conformidad, y la inteligencia contra el fanatismo, y el conocimiento contra la ignorancia. Creo que solo tú entre cuarenta millones de colombianos se ha tomado en serio ese lema de Libertad y Orden que hay en el escudo colombiano. Asumiste desde el comienzo el culto extremo de la libertad, hasta el punto de hacer pensar a muchos que eres anarquista, y el culto extremo del orden, que te lleva a censurar todas las confusiones y las incoherencias y las brutalidades de nuestra política y de nuestra vida social, haciéndoles pensar a otros que eres un ultraconservador.
Yo pienso que eres un hombre lleno de pasión y de lucidez, de originalidad y de elocuencia, indignado por la pasividad con que Colombia se deja matar, por la docilidad con que Colombia se deja robar, y por la estupidez con que Colombia se deja arrastrar por el discurso de sus verdugos. Pienso que no te prohíbes sentir y responder, con indignación y con furia, ni darle unas cuantas bofetadas a la patria postrada para ver si reacciona. Colombia hasta ahora ha sido esa madre sorda que no se deja conmover por los gritos de indignación de su hijo, que sigue impávida como si nada pasara, pero en el fondo lo que dices llega a donde debe llegar, y es mucha la gente que en Colombia, y en el mundo, te está escuchando.
Me alegra que no puedas dejar de ser colombiano, porque tu voz es una de las pocas cosas dignas que quedan todavía en Colombia. Pones a prueba nuestra capacidad de convivir con los que piensan distinto; nos recuerdas con ejemplos que la democracia consiste en que cada quien tenga derecho a decir absolutamente lo que quiera mientras sus opiniones sean expresadas con claridad, con firmeza, con convicción, y estén abiertas a la polémica, a la contradicción, a la refutación. Como es habitual, alguna gente prefiere la comodidad de acallar al trabajo de refutar, y vemos el espectáculo grotesco de un montón de personas que sienten el deber de indignarse por las cosas que dices, incluso cuando saben que son verdades, porque temen que esas verdades nos harán despreciables a los ojos del mundo, o que corren a acallar las exageraciones que a veces prodigas porque no tienen la paciencia de enfrentarlas y contrariarlas. En nuestro país es fácil que los mismos que nunca censuran el crimen, que nunca denuncian la corrupción y que nunca rechazan la crueldad palidezcan de indignación ante alguien que no recurre a la violencia y que se limita a utilizar el lenguaje como único instrumento.
Yo no voy a defender a Colombia de tus acusaciones. Harto procuro yo también criticar no solo las atrocidades y los crímenes, sino la pasividad y la estulticia de la comunidad que las padece y que se resigna a ellas de un modo indignante e indigno.
Pero sé que no es necesario decirte que otra Colombia que no trafica ni mata, que no manipula ni acalla, también existe, aunque es responsable, por no ser capaz de ponerle remedio, con grandeza y con espíritu solidario, a tantos y tan repugnantes males que padecemos. Necesitamos que sigas siendo la mala conciencia de Colombia, y para eso es obligatorio que sigas siendo colombiano. No en los papeles ni en los sellos de los notarios, sino colombiano en la nostalgia, en la indignación, en la elocuencia con que nos recuerdas que estamos vivos y que la injuria, el reproche y la cólera también son instrumentos del espíritu.
Quiero añadir algo, quizá menos para ti que para los colombianos que leerán esta carta. Recuerdo este comentario de Borges sobre el escritor norteamericano H. L. Mencken. "Suelo preguntar y preguntarme: ¿Sería concebible en este país un H. L. Mencken, un aclamado especialista en el arte de calumniar y de vituperar a su país? Me parece que no. El patriotismo, el pseudopatriotismo argentino es una pobre cosa despavorida que está a merced de un epigrama casual, de un puntapié montevideano o de un puño izquierdo de Dempsey. Una sonrisa, un inocente olvido, nos duelen. La popularidad de Mencken es obra de su denigración pertinaz de los Estados Unidos; un Mencken argentino –con éxito– es inimaginable". Yo no digo que seas un Mencken colombiano. Digo que los Estados Unidos tuvieron en Mencken su Vallejo, parejamente agonista, gramático y teólogo, aunque no como tú teólogo sin dios y heresiarca. Es muy bueno que tanta gente te escuche y te respete en Colombia. Podría ser, a pesar de todas nuestras miserias, un símbolo de madurez, de mejoría psíquica. De modo que gracias otra vez por tu cólera saludable, y nunca olvides que mi casa te espera.
Necesitamos que sigas siendo la mala conciencia de Colombia, y para eso es obligatorio que sigas siendo colombiano.

William Ospina

Renunciar a "ser" Colombiano: una carta de Fernando Vallejo o la interminable historia de odios y amores I


Pintura en www.jmkintana.com

"A México llegué el 25 de febrero de 1971, vale decir hace 36 años largos, más de la mitad de mi vida, a los que hay que sumarles un año que viví antes en Nueva York. ¿Y por qué no estaba en Colombia durante todo ese tiempo? Porque Colombia me cerró las puertas para que me ganara la vida de una forma decente que no fuera en el gobierno ni en la política a los que desprecio y me puso a dormir en la calle tapándome con periódicos y junto a los desarrapados de la Carrera Séptima y a los perros abandonados, que desde entonces considero mis hermanos. Me fui a Nueva York a tratar de hacer cine, que es lo que había estudiado, y de allá me vine a México y en pocos años conseguí que Conacite 2, una de las tres compañías cinematográficas del Estado mexicano, me financiara mi primera película, Crónica roja, de tema colombiano. Entonces regresé a Bogotá a tratar de filmarla con el dinero mexicano. ¡Imposible! Ahí estaba el Incomex para impedirme importar el negativo y los equipos; la Dirección de Tránsito para no darme los permisos que necesitaba para filmar en las calles; el Ministerio de Relaciones Exteriores para no darme las visas de los técnicos que tenía que traer de México; la policía para no darme su protección durante el rodaje y el permiso de que mis actores usaran uniformes como los suyos y pistolas de utilería pues había policías en mi historia... Y así, un largo etcétera de cuando menos veinte dependencias burocráticas con que tuve que tratar y que lo más que me dieron fue un tinto después de ponerme a hacer antesalas durante horas. Entonces resolví filmarla en México reconstruyendo a Colombia. En Jalapa, la capital del Estado de Veracruz, por ejemplo, encontré calles que se parecían a las de los barrios de Belén y de la Candelaria de Bogotá y allí filmé algunas secuencias. Con actores y técnicos mexicanos, con dinero mexicano e infinidad de tropiezos logré hacer en México mi película colombiana a la que Colombia se oponía, soñando que la iban a ver mis paisanos en los teatros colombianos. ¿Saben entonces qué pasó? Que mi mezquina patria la prohibió aduciendo que era una apología al delito. Una apología al delito que se basaba en hechos reales que en su momento la opinión pública conoció y que salió en todos los periódicos, la del final de los dos hermanos Barragán, unos muchachitos a los que la policía masacró en un barrio del sur de Bogotá. A cuantas instancias burocráticas apelé, empezando por la Junta de Censura y acabando en el Consejo de Estado, la prohibieron. Nadie en Colombia, ni una sola persona, levantó su voz para protestar por el atropello, que no era sólo a mí sino al sueño de todos los cineastas colombianos, quienes por lo demás, sea dicho de paso, también guardaron silencio. Como yo soy muy terco volví a repetir el intento con mi segunda película colombiana, En la tormenta, sobre el enfrentamiento criminal entre conservadores y liberales en el campo cuando la época llamada de la Violencia con mayúscula, y con igual resultado: no me la dejaron filmar, la tuve que hacer en México y me la prohibieron, aduciendo que el momento era muy delicado para permitir una película así. Como yo sólo quería hacer cine colombiano y no mexicano, ni italiano, ni japonés, ni marciano, desistí del intento. En alguno de mis libros, aunque ya no me acuerdo en cuál, conté todo esto pero con más detalle: los camiones de escalera y los pueblitos colombianos que tuve que construir, los platanares y cafetales que tuve que sembrar en las afueras de la ciudad de México, los ríos quietos como el Papaloapan que tuve que mover para que arrastraran los cadáveres de los asesinados con la ira del río Cauca, la utilería que tuve que mandar a hacer o traer de Colombia a México, como las placas de los carros y las botellas de cerveza... Nunca acabaría de contarte cosas. Te lo resumo en una sola frase: Colombia, la mala patria que me cupo en suerte, acabó con mis sueños de cineasta.

Entonces me puse a escribir y durante diez años investigué, día tras día tras día, en un país o en otro o en otro, en bibliotecas y hemerotecas de muchos lados, sobre la vida de Barba Jacob, mi paisano, el poeta de Antioquia, que durante tantos años vivió en México y que aquí murió, y acabada mi investigación de diez años en uno más la escribí y me puse a buscar quién la editara. Se acercaba el año 1983, el del centenario del nacimiento de Barba Jacob, y el Congreso colombiano se interesaba en ello. No creían lo que yo les contaba del poeta ni los años que llevaba siguiéndole sus huellas. Me pidieron que les mandara pruebas y les mandé entonces fotos e infinidad de documentos. Nada de eso me devolvieron, con todo se quedaron y el libro lo pensaban publicar en mimeógrafo. Les contesté que eso no sólo no era digno de Barba Jacob, un gran poeta, sino de ellos mismos, unos aprovechadores públicos que se designaban como el Honorable Congreso de la República. Que se respetaran. Entonces publiqué mi biografía Barba Jacob el mensajero en México con dinero de amigos mexicanos. Cuantas veces me ha podido atropellar Colombia me ha atropellado. Hace un año me quería meter preso por un artículo que escribí en la revista SoHo señalando las contradicciones y las ridiculeces de los Evangelios. Eso dizque era un agravio a la religión y me demandaron. ¡Agravios a la religión en el país de la impunidad! En que los asesinos y genocidas andan libres por las calles, como es el caso de los paramilitares, con la bendición de su cómplice el sinvergüenza de Álvaro Uribe que han reelegido en la presidencia. Desde niño sabía que Colombia era un país asesino, el más asesino de la tierra, encabezando año tras año, imbatible, las estadísticas de la infamia. Después, por experiencia propia, fui entendiendo que además de asesino era atropellador y mezquino. Y cuando reeligieron a Uribe descubrí que era un país imbécil. Entonces solicité mi nacionalización en México, que me dieron la semana pasada. Así que quede claro: esa mala patria de Colombia ya no es la mía y no quiero volver a saber de ella. Lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir".

Fernando Vallejo
México, mayo 6 de 2007

lunes, 4 de junio de 2007

Todas las aves


www.jenaromejia.com

Mataremos a todas las aves
A todas. A todas, dijeron los cuervos, al anochecer.
Y en el silencio de la noche oí como alguien en el jardín estaba matando mis aves.
Y supe que ahora todas mis mañanas estarían sin canción.
Y sentí como la tristeza se apoderaba de mi alma.
A todas. A todas las aves, dijeron.
Y sentí como batían alrededor de mi sus alas oscuras,
y como detrás de ellas me observaban los ojos amarillos de los cuervos.
¿Qué buscas, cuervo?, pregunté. Bajo la corteza de mi cráneo no escondo ningún ave.
A todas. A todas las aves. Las mataremos a todas, dijo.
Y temí que una noche me partiera el cráneo a través de oscuros sueños
Y que fuera a buscar con su pico demencial,
si en el nido de mis pensamientos no se esconden las aves canoras.
A todas. A todas las aves desollaría.
Ahora siento por todas partes en mi nuca, los ojos amarillos del cuervo.
Mi alma esta atravesada.
Mi alma es un ave muerta.
A todas. Las mataremos a todas.
A todas las aves graznan los cuervos bajo el cielo oscuro.

Dane Zajc

Si pudiera


www.jenaromejia.com
Si pudiera vivir, si pudiera,
Querría vivir
En un país, en que el dolor, de la boca al estómago,
De la piel al hueso,
No sean el pan de cada día.

sábado, 2 de junio de 2007

En el mundo de las malas hierbas


A todas y todos aquellos
que en sus fiestas y suculentos banquetes
se alimentan de nuestra carne


Prometeo

Genaro Potes


Siendo las 3:00 p.m., yo Genaro Potes, de 51 años de edad, identificado con cédula de ciudadanía No. 17.351972, de San Martín – Meta-, salí de la casa de mi hermano ubicada en la Vereda Campo Alegre, del Municipio de El Castillo (Meta), con rumbo hacia la vereda Puerto Esperanza, vistiendo una camiseta blanca y un pantalón azulado, movilizándome a caballo, con el objetivo de asistir a una reunión de rebajas de Impuesto Predial. A las 4:00 p.m., fui detenido en la vereda Campo Alegre por tropas del Batallón 21 Vargas, a cargo del Comandante Ferro. Según versiones de vecinos testigos de los hechos, fuí amarrado en un cultivo de cacao, al lado de la escuela de la misma vereda, el ejército interrogó a otro campesino que pasaba por el sitio en el momento de mi detención si conocía al señor Genaro, los soldados me señalaron de guerrillero. El vecino les indico que sí me conocía, como un señor trabajador y honesto de la región.

El día domingo 27 de mayo, vecinos de la Vereda Puerto Esperanza vieron que mi cuerpo sin vida fue bajado en una camioneta al servicio de las fuerzas militares y trasladado al Municipio de Granada – Meta-.

El día 28 de mayo en las horas de la mañana, en la emisora Colombia Stereo se informó que en el Municipio de El Castillo, en la vereda Campo Alegre, el Ejercito Nacional en enfrentamiento con la Guerrilla , había dado de baja (asesinado) un guerrillero.


jueves, mayo 31 de 2007.

Todas las aves




Prometeo

Las niñas de Gladys


Al ver las prendas Gladys trajo a su memoria el 11 de septiembre de 1999, cuando sus hijas salieron de la finca con destino al caserío de La Jungla, junto a un tío.
"Yo iba a ir, pero la menor me dijo que ella quería ir con la hermana y que un día después regresaban". Había temor de que se fueran para La Cooperativa, donde había enfrentamiento de 'paras' y guerrilleros.
A la mañana siguiente regresó el hermano de Gladys en la moto. "Las niñas me las quitaron anoche los 'paras'. Yo le madrugué a preguntar a 'Careloco' qué había pasado con las muchachas y me respondió que cuando las desocupara él las mandaba", contó.
Allá todos sabían que 'Careloco', un jefe 'para', a las muchachas bonitas que le gustaban las llevaba para el cambuche, las tenía dos o cuatro horas y después las soltaba.
Gladys acudió a la Defensoría del Pueblo donde hicieron contacto con 'Guillermo Torres', en Puerto Gaitán. Entonces le dijeron que a sus hijas las habían matado esa misma noche por una mala información que les habían dado, y que al que dio el dato también lo asesinaron. Después le hicieron saber que debía dejar de buscar a las muchachas.
Cuando los fiscales de Justicia y Paz le mostraron la blusa y los tenis, dijo de inmediato: "Ellas son".

Periódico El Tiempo. Junio 1 de 2007

viernes, 1 de junio de 2007

Hueso



Ricardo


"Ricardo desapareció el 21 de enero del 2001 en los Montes de María. Era de la Defensa Civil y salió a recoger el cuerpo de una muchacha asesinada, pero nunca volvió.
Al comienzo solo quería acabar con los que se lo llevaron, porque dice la gente que fueron los paramilitares, aunque no tenemos pruebas. Hoy quiero que sea Dios el que juzgue a los que lo mataron y a ellos les pido que me digan dónde dejaron el cuerpo de mi hijo para poder quitarme el dolor que he sentido estos años. La tristeza más grande para una madre es no saber dónde quedaron los huesos de su único hijo".

Pesadilla




Prometeo