martes, 24 de abril de 2007

Se buscan 10.000 personas exterminadas o desaparecidas en Colombia


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No deja de dolerme encontrar en las páginas de periódicos las versiones sobre como se asesina en Colombia. Los crímenes y masacres, son planificados minuciosamente, y el entrenamiento denominado militar, está lejos de ser simplemente el enseñar a disparar o utilizar armas de guerra. Realmente el arma de guerra que más se ha enseñado a utilizar en Colombia es el terror. Y este terror se ejerce de manera planificada e intencionada contra la población civil. Así, la finalidad no es la aniquilación de los cuerpos, sino los efectos psicológicos que causa la muerte en quienes sobreviven al exterminio. Auténticos dispositivos de enseñanza de algo que no puede llamarse distinto a genocidio y crímenens de lesa humanidad, son los utilizados por el paramilitarismo en Colombia. Por supuesto que es crudo y dificil mostrar los textos y las imágenes que acompañan este post. Creo que para avanzar en el proceso de verdad justicia, reparación y garantía de no repetición, también es importante conocer cuanto nos ha hecho sufrir toda esta violencia.

"A mediados de 1994 me mandaron a un curso en la finca La 35, en El Tomate, Antioquia, donde quedaba el campo de entrenamiento", dice en su relato a la Fiscalía. Allí, su jornada empezaba a las 5 de la mañana y las instrucciones las recibía directamente de altos mandos, como 'Doble cero' (Carlos García, asesinado por 'paras' del Cacique Nutibara).

Villalba asegura que para el aprendizaje de descuartizamiento usaban campesinos que reunían durante las tomas de pueblos vecinos. "Eran personas de edad que las llevaban en camiones, vivas, amarradas", describe.

Las víctimas llegaban a la finca en camiones carpados. Las bajaban del vehículo con las manos amarradas y las llevaban a un cuarto. Allí permanecían encerradas varios días, a la espera de que empezara el entrenamiento.

Luego venía "la instrucción de coraje": repartían a la gente en cuatro o cinco grupos "y ahí la descuartizaban", dice Villalba en la indagatoria. "El instructor le decía a uno: 'Usted se para acá y fulano allá y le da seguridad al que está descuartizando'. Siempre que se toma un pueblo y se va a descuartizar a alguien, hay que brindarles seguridad a los que están haciendo ese trabajo".

De los cuartos donde estaban encerrados, las mujeres y los hombres eran sacados en ropa interior. Aún con las manos atadas, los llevaban al sitio donde el instructor esperaba para iniciar las primeras recomendaciones:

"Las instrucciones eran quitarles el brazo, la cabeza, descuartizarlos vivos. Ellos salían llorando y le pedían a uno que no le fuera a hacer nada, que tenían familia".

Villalba describe el proceso: "A las personas se les abría desde el pecho hasta la barriga para sacar lo que es tripa, el despojo. Se les quitaban piernas, brazos y cabeza.Se hacía con machete o con cuchillo. El resto, el despojo, con la mano. Nosotros, que estábamos en instrucción, sacábamos los intestinos".

El entrenamiento lo exigían, según él, para "probar el coraje y aprender cómo desaparecer a la persona".

Durante el mes y medio que Francisco Villalba dice que permaneció en el curso, vio tres veces las instrucciones de descuartizamiento.

"Ellos escogían a los alumnos para que participaran. Una vez, uno de los alumnos se negó. Se paró 'Doble cero' y le dijo: 'Venga, que yo sí soy capaz'. Luego lo mandó descuartizar a él. A mí me hicieron quitarle el brazo a una muchacha. Ya le habían quitado la cabeza y una pierna. Ella pedía que no lo hicieran, que tenía dos hijos".

Los cuerpos eran llevados a fosas ahí mismo, en La 35, donde calculan que enterraron a más de 400 personas.
"Eran personas de edad que llevaban en camiones, amarradas.
La instrucción era quitarles brazos, cabeza, descuartizarlos vivos".
Francisco Villalba, paramilitar.
Fuente: periódico El tiempo
24/04/07

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