viernes, 13 de abril de 2007

Retejiendo


Cuesta dormir con el viento frío y la luz colándose por entre los huecos del verde plástico. Con imágenes que sin parar van y vienen: el hijo enfermo, la hija desempleada, las medicinas caras, el recuerdo del esposo y los cuatro hijos asesinados, la huida, junto a su hija y tres nietos, hasta llegar a estos cerros, en los que más de un millón 400 mil personas se hacinan en casas a medio construir o en estrechos cuartos de inquilinato.

Entre empinadas cuestas, hombro a hombro van los descendientes de los despojados de ayer y los de hoy. Desposeídos todos y todas, obligadas y obligados a competir por las migajas en que el Estado convierte los derechos. "Población vulnerable", los de ayer, "Víctimas del desplazamiento forzado" los de hoy, según categorías impuestas desde organismos internacionales. La idea de que "los desplazados tienen muchas ayudas" ronda estas lomas creando resentimiento, dividiendo, impidiendo que, a partir de comunes historias y necesidades, los desterrados de ayer y los de hoy, junten memoria, construyan propuestas, reconquisten derechos.

Cierra sus ojos y a su mente llegan la casa, con tanto amor y esfuerzo construida, los días de madrugar a ordeñar y a cuidar lo sembrado, la familia unida construyendo futuro y juntando su fuerza a la de los vecinos en jornadas que caminos, escuelas, centros de salud para todas y todos abriendo iban. Entre ruidos una radio vecina deja oír voces que hablan de "negociaciones", paz, perdón, reparación. No quiere oír. A burla suenan y en el pecho rabia y dolor despiertan.

¿Cuántas caras tiene el monstruo?
(Autora:Rosalba Moreno M.)

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