martes, 3 de abril de 2007

Ningún padre quiere ver asesinado a su hijo


Hoy mi tío me ha contado que mi padre llora con dolor mi muerte. Me dice que no quiere comer... su cuerpo...los huesos comienzan a succionar sus músculos y piel. Sus pómulos son la antesala de dos huecos que han venido a reemplazar sus mejillas. La tristeza ha pintado sus ojos y los ha dejado estáticos mirando al infinito...dice que vino para quedarse, a adornar su rostro, para que este tenga alguna coherencia con todo lo que está cruzando de manera persistente por su cabeza. Ya no mira a nadie a los ojos, su mirada escapa de cada persona, como si en ellas viera el reflejo de un proyecto de humanidad, caduco y vacío, sin sentido. O como si sintiera verguenza de si propio por seguir respirando. Dice que se está ahogando en un inmenso mar de lágrimas.

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